Ir de vacaciones siempre supone dolores de cabeza. Pero cuando se viaja con niño el dolor de cabeza aumenta muchísimo más. Por desgracia para mí además soy de las que le gusta llevarse muchas cosas a la playa o a cualquier sitio, por lo que mi maleta de viaje se convierte en una súper maleta. Os podéis imaginar ahora mi super maleta teniendo el niño.
Me he puesto hacer la maleta y por supuesto además de toda la ropa de baño, y la ropa interior, lleva una muda para cada día. Y es que no me puedo resistir a verlo tan morenito con un conjuntito de playa distinto cada día.
Me gusta para mi, ni te imaginas para él.
A pesar de estos gustos, he de reconocer que después ni uso la mitad de la ropa. El día día se va haciendo más ameno, yo estoy más relajada y presto menos atención al tema de la ropa. Porque al final me dedico más a jugar con él y pasar tiempo que él, que el resto del año no puedo, que planear su ropa.
Sin embargo, tengo que decir que si me gusta llevarlo conjuntado hasta la playa.
En su conjunto a juego, su gorra, su toalla, los zapatos, la mochila... no le falta un perejil vamos. Probablemente algún día me recrimine esto... jajajaha!! Pero hasta entonces no le queda otra. Le tocó una madre coñazo!!! Jajaja!!
En fin, el problema de mi vida vacaciones y maletas. Un año de estos mi marido se separa de mí, por pesada con este tema. Porque al final, es él quien las carga.
Bueno a disfrutar todos de las vacaciones con grandes maletas o pequeñas maletas.
Lo importante es disfrutar del momento y de las personas que están a nuestro alrededor, y con las que compartimos estos momentos.
Los recuerdos, es lo que nos va a quedar después de los momentos vividos y el amor recibido y entregado. Eso no se pierde ni con el paso del tiempo. De la ropa no te vas a acordar, del momento sí.
¡ Disfrútalo!
Carpe Diem.
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